El día de la jubilación es algo que se celebra por todo lo alto. Si no creen esto, pregúntenle a un funcionario alemán, que en su último día de trabajo, envió un correo a todos sus compañeros, en el que explicaba lo que había hecho en los últimos 14 años. Y el escrito no era muy largo: "Desde 1998 he estado presente, pero no he estado. Así me voy mejor preparado a al jubilación. Adiós". Efectivamente, la ironía deja translucir que este "trabajador" no había hecho absolutamente nada en sus últimos años de trabajo. En posteriores declaraciones, explicó que había sido trasladado a una sección que no era la suya y que había llegado un punto en el que ya no recibía ningún tipo de tarea. Durante este período de tiempo, se llego a embolsar cerca de 750.000 euros, los cuales agradece a sus superiores.
Conociendo este caso sucedido en Alemania, me asaltan las dudas. ¿La mayoría de los funcionarios actúan así? Porque es cierto que las voces populares suelen afirmar que una gran parte de ellos cobran grandes sumas de dinero sin mover un dedo. Es más, a día de hoy en España ocurre algo parecido, y es que una deuda tan grande no se genera por nada. Muchos ayuntamientos de numerosas ciudades españolas cuentan con más funcionarios de los que necesitan, que se "alimentan" de dinero perteneciente al Estado. Por estas razones, creo que sería conveniente reducir el número de chupópteros que poco a poco van vaciando las arcas de nuestro país.
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